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22.08.2022 | 20:18 MEMORIA

A 50 años de la Masacre de Trelew, los testimonios de una sobreviviente y un sanjavierino presentes en el hecho

El 22 de agosto de 1972, prisioneros políticos fueron fusilados, después de organizar una fuga masiva de la cárcel de Rawson que se vio frustrada. En diálogo con Radio Uno, una ex prisionera política y un sanjavierino que formó parte del apoyo externo, relatan sus memorias de un día que marcó sus vidas.

Por Juan C. Arredondo

Dos grupos de militantes, uno de 6 y otro de 19, logran huir. En el primero iban los dirigentes del ERP Mario Santucho, Domingo Menna y Enrique Gorriarán Merlo; de las FAR, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto; y de Montoneros, Fernando Vaca Narvaja. En el aeropuerto de Trelew toman el avión de la empresa Austral que había sido previamente copado por militantes que iban en el vuelo. El segundo grupo arriba cuando el avión carreteaba en la pista.

Este grupo brinda una conferencia de prensa donde responsabiliza a la dictadura encabezada por Alejandro Agustín Lanusse de la suerte que corrieran sus vidas y se entregan. El militante del ERP Rubén Pedro Bonet, señaló a los periodistas: “Nuestro objetivo, haber tomado la cárcel, haber venido hasta aquí e intentado la fuga, ha sido reincorporarnos a la lucha activa”, y agregaba “ya que estamos en la Patagonia concebimos esta Nación y esta lucha como la continuación de la que libraron todos los obreros rurales y los obreros industriales en el año 1921 y que fueron asesinados por el Ejército, por la represión”.

Los militantes fueron trasladados a la Base Aeronaval Almirante Zar, donde, el 22 de agosto de 1972, serán fusilados por un pelotón bajo las órdenes del capitán Luis Emilio Sosa. De los 19 prisioneros sobrevivirán 3: Luis Alberto Camps y María Antonia Berger de las FAR y Ricardo Berger de Montoneros (todos desaparecidos durante la última dictadura militar) quienes van a denunciar el aberrante crimen cometido por los militares. Luis Alberto Camps explicará en el texto de Paco Urondo, La Patria fusilada que: “Para nosotros relatar lo de Trelew es una obligación. Para con nuestro pueblo, por todos los compañeros que murieron allí, que aportaron con su muerte, con su lucha a este proceso”.

Testimonios de los sobrevivientes

Ana Berraute: En dialogo con Radio Uno, aún con el dolor a flor de piel, 50 años despues del hecho; Ana recordó con la voz entre cortada el fatídico día en el que ella, junto con otros presos políticos, fueron anoticiados del asesinato de los 19 compañeros que habían fallado en su intento de fuga: 

"Hoy me atravesó un recuerdo que te comparto. El del momento en que desde los pabellones a los que nos trasladaron, con nuestros uniformes azul oscuro, esa nueva manera de subordinarnos y someternos,  nos enteramos de los fusilamientos. Lo siento tan vívidamente todavía...", comienza Berraute un relato que se ve de a ratos interrumpido por silencios reflexivos.

"Siento la oscuridad recién nacida de esa noche en la que nos enteramos de los fusilamientos por los presos comunes, la voz vibrante de Agustín Tosco, no sus palabras, su sentimiento y los gritos de dolor e indignación como rayos de luz partiendo de las celdas. Muy fuerte", al retomar su relato Ana hace referencia a Agustín Tosco, otro preso político que había sido uno de los cabecillas organizadores del Cordobazo.

Con respecto a los días posteriores a la fuga y al momento en que supieron que sus compañeros habían sido fusilados, recordó: "Nos volvimos a las celdas, nos pasamos la noche entera cuerpo a tierra escuchando los ruidos, los gritos del ejército en el patio. Al otro día nos buscaron y nos llevaron al pabellón. Era una noche terrible la noche del 22, recien cuando caía el sol nos enteramos, ya que los presos comunes tenían radios y nuestros compañeros les pudieron avisar de lo que había pasado, así fue que nos enteramos de la tremenda, terrible, devastadora noticia"

"Ese momento lo tengo inscrito en todo el cuerpo, lo recuerdo como si estuviera; Recuerdo la voz de Agustín Tosco con unas palabras muy fuertes, recuerdo los gritos desgarradores, unos gritos que hacían desaparecer la oscuridad, pero no el dolo tremendo que todos sentíamos. Ese sentimiento de ser todos uno, ese sentimiento que nos encendía en el amor a nuestro pueblo y el que, mucho tiempo después supe, era el que sentían los fusilados cuando declararon. Ellos expresaron que todo valía la pena, porque habíamos liberado a seis compañeros que podían volver a la lucha por nuestro pueblo." concluyó Ana.

Alejandro Vivas: Alejandro narra la experiencia de haber sido parte del grupo de apoyo externo, que finalmente no llegó a cumplir con sus objetivos durante el intento de fuga.

"A fin de Enero del 72, a los presos políticos que habían caído justamente en Santa Fe, cuando el intento de Secuestro a Puccio, fueron trasladados a Devoto y finalmente a Rawson. Ahí estaban todos los compañeros, entre ellos mi cuñado y otros compañeros de todos lados que fueron a parar allá. Y todo esto comenzó desde que ellos llegaron a Rawson, en aquella época la requisa que se efectuaba no era muy exhaustiva, porque el ejercito sabía que era imposible escaparse. Nosotros organizamos un viaje y yo me fui "copiando" el camino, porque era lo que mi cuñado me pedía cuando podíamos comunicarnos, así que me fui recorriendo zonas que eran casi completamente inhóspitas, con caminos de tierra y de ripio, en un viaje largo y cansador.", comienza su relato Vivas.

"Cuando llegamos a Trelew, nos alojábamos todos en el hotel provincial que estaba sobre la ruta, en aquella época Trelew era... tal ves un poquito mas grande que La Brava, un poquito mas poblado, algo así. Eran pueblos del sur que estaban surgiendo, había trabajo pero el objetivo nuestro era otro, se iba preparando esa fuga y nos iban a avisar cuando iba a ser. Cuando llegamos, despues de alojarnos fuimos a la cárcel y tuvimos nuestros días de visita, las charlas se hacían con muy poca custodia así que las reuniones se hacían como visitas familiares, donde pude volcar al grupo de Montoneros que para salir para la parte de Buenos Aires era por Bahía Blanca y la otra parte mas rápida para salir hacia Córdoba o Santa Fe era por Venado Tuerto pero estaba el problema del camino de tierra que se hacía intransitable. Así que marqué que la única vía de escape que teníamos era la parte de avión, porque teníamos: mar, desierto y cordillera. Esto fue a fines de enero o principios de febrero"

Rememorando el tiempo de preparativos, Alejandro se lamentó: "El 15 de agosto, se adelantó la fuga. Nos iban a avisar pero se adelantó, quizás hubo algún malentendido o alguna traición, siempre quedó la dudad de si hubo alguna traición. Nosotros ya habíamos salido de San Javier, con el miedo y la impotencia de la distancia, por aquellos caminos y cuando llegamos quedamos prácticamente huérfanos porque instintivamente no confiás en nadie, tenes miedo y tenes que estar justificando por qué estás ahí, sabiendo que la muerte estaba ahí al lado. Finalmente nos alojamos en el hotel, pero después de que nos largara la policía, porque al dar vuelta en una esquina nos encerraron con tres autos; nos dieron la voz de alto, nos apuntaron y nos ordenaron que los siguiéramos. El primer día que llegamos ya fuimos a parar a la policía."

"Dormir era muy dificil, se escuchaban sirenas, se escuchaban los ruidos de las ametralladoras, porque sabían que había parte de la resistencia allí y nos estaban cazando. Yo siempre pensaba que me iban a matar ahí mismo, cualquier día.  Lo que hicimos fue buscar trabajo, porque era lo que le habíamos dicho al jefe de policía que estábamos haciendo. Él sabía que yo había estado ahí antes y sabía que era familiar de preso político y me dijo que pensaba que yo estaba ahí por otra cosa. Así que salimos a buscar trabajo. Y yo me di cuenta que me hacían seguir con gente, porque en aquella época se usaba mucho el uniforme, para todos los trabajos y así me di cuenta que me seguían cuando salía a trabajar a la calle."

Con respecto a lo que hacía en aquellos días, varado en una ciudad sitiada por el ejercito y la policía comentó: "Así fueron pasando los días, era trabajar y llegar al hotel a escuchar la radio hasta que; en una pensión conocí a otros compañeros que me han dejado unos recuerdos hermosos de amistad, donde nos podíamos distraer hasta que a cada rato llegaba la policía. Y ahí conocimos a una paraguaya que era enfermera y dijo que los presos sabían que había familiares suyos afuera, ella empezó a sacar cartas de los compañeros que estaban presos y me preguntó si me animaba a sacar las cartas. Lo primero que pensé es que era policía pero después me animé y empecé a mandar las cartas, pude sacar bastantes cartas."

"En ese lugar donde comíamos había una mesa que era la mesa de los viejos y había uno que era alemán, le decíamos "El Abuelo" porque era el mas viejo de todos. Y era un viejo diablo, porque salía y caminaba por todos lados y un día me llamó y me dijo que había estado observando, que sabía que yo estaba en la resistencia. Me mostró una cruz esvástica, por lo que intuyo que habrá estado en el ejército, quizás en la GESTAPO, porque me dijo que sabía que yo estaba sacando cartas. Él me advirtió que me estaban siguiendo así que le propuse que envíe él las cartas a lo que respondió que sí y posteriormente, llegaban las respuestas a esas cartas. Por lo que gracias a "La Paraguaya" y "El Abuelo", pude cumplir la función de correo", añadió Alejandro.

Con una tristeza latente recordó entonces la cotidianidad que vivía: "Eran días grises y días tristes, cuando había sol igual estabas triste; se te metían a la pieza te revisaban todo, te daban vuelta los colchones, todo. No aguantábamos mas, no veíamos las horas de irnos de ahí. Un 12 de octubre se corrió la voz de que se iba a hacer otra fuga, y a las seis de la mañana golpearon la puerta la policía y el ejército, me estampillaron contra la pared con una pistola en la boca, y nos revisaron todo. Quizás de aquellos golpes vengan todos estos dolores que tengo de viejo"

"El inspector Gallegos, estaba apoyándonos y siempre me decía que aguante, que él me iba a avisar cuando pueda irme, porque vos pisabas la ruta y te rodeaban enseguida, no se de donde salían. De pronto una mañana, un sábado que no trabajábamos, salí a mirar la camioneta y cuando volví vi un policía en la puerta y ahí me avisaron que iba a tener un hueco para salir y me fui." concluyó.

Tras haber contado su experiencia, Alejandro se tomó un momento para expresar: "Hace 50 años luchamos por una causa justa, luchábamos por un hombre nuevo, pero ese hombre nuevo no está, se puede puede ver una miseria que realmente nos tiene mal. Así que a todos los jóvenes que tienen realmente un espíritu de lucha, les digo que sean leales, con uno mismo para luego serlo con los otros y espero que puedan convertirse en jóvenes revolucionarios que luchen por el hombre nuevo."

Un crimen político

La fuga del penal de Rawson y la posterior masacre de Trelew abrió una profunda crisis en la dictadura, que debió asumir la decisión del crimen ejecutado por la Marina, aduciendo que los fusilamientos se habían producido ante un fallido intento de nueva fuga. La realidad es que los militares entraron a las celdas y dispararon a mansalva contra los cuerpos de los militantes. El 5 de septiembre de 1972, el entonces capitán de navío Horacio Mayorga declaró en la misma base Almirante Zar: “No es necesario explicar nada. Debemos dejar de lado estúpidas discusiones que la Armada no tiene que esforzarse en explicar. Lo hecho bien hecho está. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. La muerte está en el plan de Dios no para castigo sino para la reflexión de muchos”. El velorio de los militantes asesinados en el local del Partido Justicialista de la Capital Federal fue brutalmente reprimido por la Policía Federal que actuaba bajo las órdenes del Ministro del Interior, el radical Arturo Mor Roig.

Los fusilados en Trelew

Alejandro Ulla (PRT-ERP)
Alfredo Kohon (FAR)
Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP)
Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP)
Carlos Astudillo (FAR)
Clarisa Lea Place (PRT-ERP)
Eduardo Capello (PRT-ERP)
Humberto Suárez (PRT-ERP)
Humberto Toschi (PRT-ERP)
José Ricardo Mena (PRT-ERP)
María Angélica Sabelli (FAR)
Mariano Pujadas (Montoneros)
Mario Emilio Delfino (PRT-ERP)
Miguel Ángel Polti (PRT-ERP)
Rubén Pedro Bonnet (PRT-ERP)
Susana Lesgart (Montoneros)

Los heridos, que lograron sobrevivir a la masacre y que dieron testimonio de los hechos, fueron luego asesinados durante el gobierno militar subsiguiente autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983):

Alberto Miguel Camps (FAR - Muerto en 1977)
María Antonia Berger (FAR - Desaparecida en 1979)
Ricardo René Haidar (Montoneros - Desaparecido en 1982)


Trelew, el GAN y Perón

Para la burguesía y los militares, en 1972, lo que denominaban la subversión era una cuestión central a la cual hacer frente. El Cordobazo en mayo de 1969, abrió un periodo donde sectores de la clase obrera y de la juventud abrazaban la lucha antiimperialista y socialista y se lanzaron a la lucha contra la dictadura de la Revolución Argentina. La insurgencia fabril y la violencia en las acciones políticas eran manifestaciones de una formidable oposición social. Frente a este escenario, Lanusse inicia negociaciones con Juan Perón en el exilio, para poner en pie un Gran Acuerdo Nacional.

El objetivo era salvar a las FFAA de la embestida obrera y popular y reconducir la situación hacia una salida democrático-burguesa, permitiendo que se aísle y liquide a la vanguardia militante. Perón a su vez usaba la acción de las organizaciones armadas afines para imponerle a Lanusse sus condiciones en la negociación. Los fusilamientos de Trelew fueron precedidos por la ocupación militar de la Fiat cordobesa para derrotar al Sitrac- Sitram (en el mismo penal de Rawson fue encerrado un tiempo antes Gregorio Flores, dirigente del clasismo cordobés y al momento de la fuga se encontraba entre los detenidos del penal Agustín Tosco) y abortar la expansión de la insurgencia fabril.

Las organizaciones guerrilleras

El auge de la guerrilla de Montoneros, FAR y del ERP fue una consecuencia del Cordobazo. Inspiradas por la revolución cubana, las organizaciones guerrilleras cobraron peso expresando la radicalización creciente de un sector de la juventud. Estas organizaciones compartían en líneas generales la idea (aunque con fundamentos y definiciones políticas enfrentadas, sobre todo en torno al peronismo) de que el proceso de liberación nacional debía llevarse a cabo por la vía de la lucha guerrillera y la constitución de un Frente de Liberación con los sectores progresistas de la burguesía. Todas ellas hicieron su aparición en la escena política como producto de acciones espectaculares (el secuestro y ejecución de Pedro E. Aramburu y la toma de La Calera en el caso de Montoneros, el copamiento de Garín por las FAR o el secuestro de Oberdan Salustro por el ERP, entre otras acciones) aisladas de las acciones de masas.

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