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21.04.2022 | 01:06 HISTORIA

Última Rebelión Mocoví: Detrás del mito

Hace 118 años San Javier fue el escenario de un enfrentamiento armado entre los miembros de la Tribu Mocoví y los criollos habitantes de la localidad. Dicho evento permeó en la cultura popular Sanjavierina, dando origen a incontables rumores, mitos y relatos que han llegado hasta nuestros días.

Por Juan C. Arredondo

El día 21 de abril se conmemora la “Última Rebelión Mocoví”, un enfrentamiento tan mitificado que no pudo sino inspirar algún que otro poema de Julio Migno y la película “El Último Malón” al cineasta Alcides Greca.

Hace 118 años San Javier fue el escenario de un enfrentamiento armado entre los miembros de la Tribu Mocoví y los criollos habitantes de la localidad. Dicho evento permeó en la cultura popular Sanjavierina, dando origen a incontables rumores, mitos y relatos que han llegado hasta nuestros días.

Después del hecho, un estigma y una condena social descendieron sobre el bando “perdedor” que perdura aún hasta nuestros días. Pero: ¿Qué lleva a un pueblo a alzarse en armas contra el gobierno? ¿Cuál era el contexto en San Javier por aquellos años?

 

Contexto

En años anteriores, los criollos, inmigrantes y Mocovíes compartían cierta convivencia que implicaba saludarse, compartir alguna conversación y coparticipar en alguna celebración.

El ambiente comenzó a caldearse poco a poco a raíz de algunos roces que fueron surgiendo entre los pobladores vinculados a algún acto de vandalismo, tierras expropiadas, algún insulto callejero y maltrato entre vecinos.

Además, los Mocovíes llevaban años de dominación opresora, cultural y marginal que propiciaron la aparición de líderes espirituales que llamaban a la recuperación de los valores tradicionales y el estilo de vida que solían tener.

Llegando a la fecha podríamos destacar la celebración del Santo Patrono del año 1903 a la que concurrieron, como era costumbre, criollos, inmigrantes, visitantes y Mocovíes de toda la región. Éstos últimos no regresaron a los lugares que habitaban después de los festejos, como acostumbraban, sino que se instalaron en la Toldería que se ubicaba detrás de la Iglesia de la localidad (actual calle Sarmiento). Allí se fueron reuniendo cada vez más conforme los días pasaban.

Para principios de 1904, en el ambiente se podía percibir la tensión. Cada vez eran más los roces, los insultos, los robos y los choques de violencia ocurrían casi a diario.

Es aquí donde los relatos difieren: algunos cuentan que se planeaba un exterminio de Mocovíes por parte de los Criollos, otros que los habitantes de la toldería crecían en número y más revoltosos se volvían poco a poco mientras preparaban su propio ataque sobre la ciudad.

De todas maneras, el conflicto acabaría estallando el día 21 de abril tras un altercado entre Félix Lena, un cartero local, y algunos Mocovíes. La causa del altercado fue el supuesto robo de los caballos del criollo, que, tras ir a reclamarlos a la toldería, encontró su muerte bajo las lanzas de sus vecinos Mocovíes.

 

La Rebelión

Montados, armados con lanzas y boleadoras se lanzaron los Mocovíes al ataque.

En el pueblo, prevenidos por la muerte de Félix Lena, los preparativos ya habían comenzado. Se apostaron hombres en las azoteas de varias casas, la Iglesia y la policía.

Los Mocovíes, confiados en la protección divina, avanzaban por las calles laterales de la iglesia en dirección a la jefatura de policía, donde fueron acribillados por los preparados criollos con sus armas de fuego. Un gran numero de muertos y heridos salpicaron el paisaje de San Javier, mientras la represión avanzaba y la derrota de los Mocovíes se aproximaba.

Al ser abatidos los conductores de la rebelión y varios líderes religiosos, los demás Mocovíes se dispersaron en retirada.

Un relato que ha llegado hasta nuestros días destaca que se llenaron cuatro carros con los caídos del pueblo Mocoví. Por parte de los criollos, aquel Félix Lena cuya discusión aceleró los acontecimientos, sería el único muerto.

 

Consecuencias

Tras la derrota, muchos Mocovíes fueron apresados y hacinados en corrales. Un clima de angustia y tristeza se instaló en su población, donde las fiestas y los cantos ya no tenían lugar.

Los hombres se ocultaban en sus hogares mientras las mujeres salían a trabajar, los hijos abandonaban sus apellidos para poder conseguir trabajo y evitar violencia.

La miseria y la desnutrición eran una constante, así como los fantasmas de la tuberculosis, la sífilis y la lepra.

La explotación, el maltrato, la prostitución y el alcoholismo, fueron otros males que golpearon al pueblo mocoví.

Poco a poco fueron disminuyendo, hasta un puñado de apellidos y tradiciones familiares que a penas han comenzado a ser revalorizados y reconocidos en nuestros días.

Los estigmas aún perduran, las expresiones como “no seas indio”, “mira ese tape”, etc. siguen apareciendo en nuestro vocabulario cotidiano.

Hoy los descendientes del pueblo Mocoví llevan una lucha por la recuperación de sus valores tradicionales, por la revalorización de su historia y el reconocimiento; que ha conseguido algunas conquistas significativas.

 

Fuentes: Greca, Verónica/ Vivas, Alejandro/ Laborde, Graciela

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