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Departamento San Javier

03.12.2023 | 11:21 RELIGIÓN

Fiestas Patronales: La vida de San Francisco Javier, las Reducciones Jesuíticas y nuestros orígenes

En el marco de nuestras fiestas patronales, aprendamos un poco mas sobre la vida y obra de nuestro Santo Patrono, y su influencia en las américas aunque nunca visitó el continente.

Por Juan C. Arredondo Fuente: biografiasyvidas.com - caminodelosjesuitas.com - sanjavier.gob.ar

San Francisco Javier

(Francisco de Jasso y Azpilicueta; Castillo de Javier, Navarra, 1506 - Isla de Sancián, China, 1552) Misionero español. Mientras estudiaba filosofía y teología en París conoció a Ignacio de Loyola, quien le reclutó para su proyecto de fundar una nueva orden. Francisco hizo sus primeros votos en París (1534), se ordenó sacerdote en Venecia (1537) y participó en la fundación de la Compañía de Jesús en Roma (1539).

Desde entonces se consagró a la actividad misionera: en 1541 fue enviado a la India como legado pontificio, con la misión de evangelizar las tierras situadas al este del cabo de Buena Esperanza, respondiendo a una petición de Juan III de Portugal. Instalado en 1542 en Goa (capital de la India portuguesa), desplegó una intensa actividad cuidando enfermos, visitando presos, predicando el cristianismo, convirtiendo nativos, negociando con las autoridades locales y defendiendo la justicia frente a los abusos de los colonos.

Su apostolado se extendió por el sur de la India, Ceilán, Malaca, las Islas Molucas y Japón. Cuando se disponía a entrar en China para continuar su labor, murió de pulmonía a las puertas de Cantón. Fue canonizado en 1622 y declarado patrono de las misiones de la Iglesia católica.

Biografía

Francisco de Jasso era el hijo menor de Juan de Jasso y Atondo, presidente del Real Consejo de Navarra, y de María de Azpilicueta y Aznárez, titular del señorío de Javier, defensores de la causa de Juan de Albret frente a Fernando II el Católico en la guerra que determinó la anexión de Navarra a la Corona de Castilla (1512-1515). Tras la muerte de su padre (1515) y la demolición de las torres y murallas del castillo de Javier por orden del Cardenal Cisneros (1516) como consecuencia del apoyo prestado por sus hermanos Juan y Miguel a la sublevación en favor del rey navarro destronado, Francisco Javier se orientó hacia la carrera eclesiástica y el cultivo de las humanidades, que estudió en Leyre y Pamplona.

En 1525, probablemente ya adquirida la tonsura, se trasladó a París para completar su formación; ingresó como interno en el Colegio de Santa Bárbara, donde trabó amistad con Pedro Fabro e Ignacio de Loyola. En 1530 se graduó como maestro en artes y pasó a ejercer la enseñanza de la filosofía con el cargo de catedrático regente en el Colegio Dormans-Beauvais, a la vez que cursaba estudios de teología. Con el propósito de adquirir prebendas eclesiásticas, solicitó en 1531 del cabildo de Pamplona la concesión de una canonjía, alegando su condición de clérigo navarro y su titulación en artes.

Sin embargo, su relación con Ignacio de Loyola, quien pretendía atraerle para el proyecto de fundación de una nueva orden religiosa, así como su desagrado por el ambiente universitario y la impresión que le causó la muerte de su madre y de su hermana, acaecida por aquellas fechas, determinaron a Francisco Javier a abandonar sus pretensiones de promoción dentro del estamento eclesiástico. Junto con Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros, reunidos en la capilla parisina de Montmartre, el 15 de agosto de 1534 hizo votos de castidad y pobreza, de vida consagrada al apostolado y de peregrinar a Tierra Santa, o bien, en el caso de que esto último no fuese posible, de ponerse a disposición del papa.

En 1537 se trasladó a Venecia, donde se reunió con sus compañeros con el objeto de viajar a Roma para obtener la bendición papal antes de iniciar su peregrinación; durante su estancia en Venecia recibió noticia de la concesión de la canonjía solicitada, a la que renunció, y del inicio de la guerra entre Constantinopla y Venecia, lo que significaba el retraso indefinido del viaje a Tierra Santa. Ordenado sacerdote el 24 de junio de ese año, se dedicó a la predicación en Bolonia hasta su marcha a Roma (1538), donde Francisco Javier y sus compañeros se entrevistaron con Paulo III y abandonaron definitivamente sus propósitos de peregrinación.

Durante su estancia en la Santa Sede gestionaron la fundación de una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús, a la que el Papa concedió su aprobación verbal en septiembre de 1539. Ese año Ignacio de Loyola tuvo noticia de que Juan III de Portugal solicitaba misioneros que marchasen a predicar el cristianismo en sus posesiones en las Indias Orientales y encomendó la tarea a Francisco Javier, quien en marzo de 1540 partió a la corte portuguesa para organizar la expedición, con el título de legado pontificio para todas las tierras situadas al este del Cabo de Buena Esperanza.

Iniciado el viaje en abril de 1541, arribó a Goa, capital de las posesiones portuguesas en la India, trece meses después. Ejerció en esta ciudad una activa labor evangelizadora, especialmente a partir de la fundación del colegio-seminario de Santa Fe para sacerdotes nativos, y de dedicación a los enfermos y presos. En septiembre de 1542 organizó una expedición misionera a la costa de Pesquería, en el sureste de la India, para predicar la doctrina cristiana entre los poblados parabas; estableció una comunidad cristiana y la dotó de un catecismo en lengua indígena. Tras ello inició la evangelización de Travancor y Ceilán (1544), Madras y Malaca (1545) y las Islas Molucas (1546-1547). Francisco Javier administró el bautismo a miles de nativos, superó la oposición de los brahmanes y estableció una asidua correspondencia con los miembros de la Compañía de Jesús en Roma, cuyas noticias, a las que se unió su fama de taumaturgo, dieron origen a numerosas vocaciones misioneras entre sus compañeros.

Tras una nueva estancia en la India y en Malaca, dedicada a reorganizar las misiones establecidas y a proveerlas de unas normas de funcionamiento, marchó a evangelizar a Japón, adonde llegó en 1549; predicó durante dos años en Kagoshima, Hirado, Yamaguchi y Bungo, estableciendo favorables contactos para su labor con los daymios o gobernadores feudales japoneses, aunque la oposición de los monjes budistas dificultó enormemente su actividad. Ante las escasas conversiones logradas en Japón, se persuadió de que para obtener éxito en su empresa era necesario evangelizar previamente China, puesto que consideraba que los japoneses habían asimilado la cultura de este imperio y que, por tanto, el ejemplo de la cristianización en China ejercería una influencia decisiva sobre Japón.

Reclamado por las comunidades misioneras de la India, regresó a Goa en 1551, donde inició los trámites necesarios para organizar su pretendido viaje a China, dificultados por la prohibición existente en este imperio sobre la entrada de extranjeros en su territorio. Tras su nombramiento como provincial de la India, que había sido constituida como provincia jesuítica independiente de Portugal, partió rumbo a China con una embajada portuguesa en abril de 1552, pero tuvo que detenerse en Malaca, donde permaneció dos meses intentando vencer la resistencia que el gobernador Álvaro de Ataide opuso al proyecto.

Finalmente reemprendió el viaje hasta llegar a la isla de Sancián, donde le sobrevino la muerte antes de que llegara el junco chino que debía transportarlo a Cantón. Sus restos fueron trasladados a Goa en 1554, donde su culto se extendió rápidamente. A comienzos del siglo XVII se inició el proceso de su beatificación, proclamada por Paulo V el 25 de octubre de 1619; nombrado patrón de Navarra en 1621, el 12 de marzo del año siguiente fue canonizado por Gregorio XV, juntamente con Santa Teresa de Jesús y San Ignacio de Loyola. Pío X lo declaró patrono de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide en 1904, y Pío XI patrón de todas las misiones en 1927. Su fiesta se celebra el 3 de diciembre.

El Camino de los Jesuitas es un destino múltiple que comparte una sola identidad, única y genuina, a lo largo del itinerario que la Compañía de Jesús siguió durante más de 200 años para establecerse en América del Sur.

El Camino de los Jesuitas es un modelo integrador, una manera de educar aprendiendo, una forma de entender la religión desde la espiritualidad… El sueño de los guaraníes, la misión de los jesuitas; la bondad de la suma, la riqueza de la diversidad, el empoderamiento del respeto, la quimera del bien común hecha realidad.

Unos valores espirituales que permitieron no sólo el encuentro entre dos culturas -la occidental y la guaraní-, sino el surgimiento de una identidad cultural que sigue viva y que te invitamos a conocer a través de este recorrido cronológico por los acontecimientos más importantes: la fundación de la Compañía, la construcción de estancias, misiones y reducciones, los encuentros, las batallas y muchos más hitos que han marcado la actual identidad sociocultural de la región.

 

Los Jesuitas en América

1549 LA COMPAÑÍA DE JESÚS LLEGA A BRASIL

La historia de los jesuitas en Brasil se inicia en el año 1549, con su llegada a São Salvador da Bahia de Todos os Santos.

Comenzaron su catequesis fundando un colegio en Salvador de Bahía y, posteriormente, se expandieron por el litoral.

 

1568 CREACIÓN DE LA PROVINCIA JESUÍTICA DEL PERÚ

Los jesuitas llegan a la Provincia Jesuítica del Perú en 1568 bajo el mando del Superior General de la Compañía de Jesús, San Francisco de Borja, quien es reconocido como fundador de la Provincia Jesuítica del Perú, la más antigua de Hispanoamérica

En el siglo XVI el Virreinato del Perú se extendía prácticamente por toda América del Sur, excepto Brasil. Cuando en 1568 se funda la Provincia Jesuítica del Perú, sus límites coincidían con los del Virreinato. Sólo aproximadamente tres décadas después se desmembrarían dos nuevas circunscripciones jesuíticas: en 1605, Nueva Granada (que incluyó Quito hasta 1609) y, en 1607, Paraguay (que incluyó Chile y Argentina).

 

1607 CREACIÓN DE LA PROVINCIA JESUÍTICA DEL PARAGUAY

Los primeros jesuitas llegaron a Córdoba (Argentina) alrededor de 1589, estableciéndose en el predio sobre el que se construyó la Manzana jesuítica y, posteriormente, el Noviciado y el Colegio Máximo. De esta manera, Córdoba pasó a ser el punto central de tareas de evangelización de la Compañía de Jesús

En 1607 los jesuitas fundan la Provincia jesuítica del Paraguay, que comprendía territorios que hoy forman parte de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Esta provincia tenía a su frente un Superior o Padre Provincial, cuya sede se encontraba en Córdoba

En 1608 se dispuso la creación de las reducciones jesuíticas y franciscanas en la región del Guayrá (actual estado de Paraná, Brasil) y se inicia el viaje jesuita por la Región

 

1609 INICIO DEL “VIAJE” HACIA EL CHACO, EL GUAYRÁ, EL PARANÁ Y EL TAPÉ

En 1609 se inicia el viaje de los jesuitas para internarse en el territorio de los guaycurúes, más allá del río Paraguay. Los jesuitas fundaron numerosas poblaciones entorno a estancias en Río Salado, Salta, Tucumán y Jujuy.

 

1609 LOS 30 PUEBLOS MISIONEROS GUARANIES Y LA REAL ORDEN DE PROTECCIÓN DE LAS MISIONES

En 1609 se funda la primera de las misiones en San Ignacio Guazú (Paraguay), a partir de la que se van construyendo un conjunto de treinta pueblos misioneros: 15 misiones en las actuales provincias de Misiones y Corrientes (Argentina), 8 en el Paraguay y 7 en las denominadas Misiones Orientales (Rio Grande do Sul, Brasil).

En 1611 se publicó la real orden de protección de las misiones, en la que se dotaba a cada misión con total autonomía para gobernarse, se prohibía el acceso a las reducciones a externos y se garantizaba a los nativos que nunca caerían en manos de encomenderos y esclavistas. Así, bajo la influencia de la Compañía de Jesús, los nativos quedaban protegidos de los encomenderos españoles y los esclavistas portugueses.

Pero los conflictos no cesaron, lo que obligó al abandono o reubicación de algunos pueblos. La batalla más conocida fue la batalla de Mbororé (actualmente municipio de Panambí, provincia de misiones, Argentina), reconocida como la primera batalla naval en Sudamérica y que enfrentó a los guaraníes que habitaban las Misiones Jesuíticas con los bandeirantes, exploradores y aventureros portugueses, que terminó con la victoria guaraní.

 

1682 EL VIAJE HACIA MOXOS

En 1586, los jesuitas se establecen en Santa Cruz de la Sierra. Sólo dos años después emprenden sus primeras excursiones misioneras en las proximidades de la ciudad.

En 1596, los jesuitas exploran Moxos (actual departamento del Beni). Sin embargo, sólo 86 años después, en 1682, se funda el primer pueblo misional bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto.

A partir de entonces, los jesuitas fundan Santísima Trinidad (1687), San Ignacio de Moxos (1689) y otros 25 pueblos más que configuraron las Reducciones de Moxos.

 

1691 EL VIAJE HACIA LA CHIQUITANÍA

En 1691 los jesuitas fundan el primer pueblo misional de las Reducciones jesuíticas de Chiquitos: San Javier, al nordeste del departamento de Santa Cruz. Le siguieron San Rafael, San Miguel, San José, San Juan Bautista, y en 1708, Concepción. Pasarían aproximadamente 20 años más hasta la fundación de otros pueblos misionales en la Chiquitanía.

Las Reducciones de Chiquitos territorialmente pertenecían al Virreinato del Perú, por consiguiente, a la Provincia jesuítica del Perú. Sin embargo, debido a las enormes distancias y a falta de misioneros, el Padre General de la Compañía de Jesús, Tirso González, en 1696 aprobó que la misión en Chiquitos estuviera atendida por jesuitas de la Provincia Jesuítica del Paraguay hasta que Perú enviara misioneros para substituirlos. La Provincia peruana no pudo enviar misioneros, y así, en 1706, las Reducciones de Chiquitos pasaron formar definitivamente parte de las Reducciones del Paraguay.

La vida religiosa en las Reducciones transcurría entre celebraciones eucarísticas, escenificaciones de la vida de Cristo y grandes procesiones, entre otras. Todo ello acompañado de un despliegue musical integrado por instrumentos indígenas y los introducidos por los misioneros.

En los pueblos misionales la organización no sólo se limitaba a tareas doctrinales, sino que abarcaba la vida económica y política fundada en la sólida preparación de los jesuitas que iban allí. Hombres de Dios que poseían grandes conocimientos prácticos en arquitectura, medicina, ingeniería, artesanía, crianza de ganado vacuno, entre otras disciplinas.

La defensa de los derechos de los indígenas, las constantes denuncias de la cacería de esclavos, entre otros factores, hicieron que los jesuitas se convirtieran en agentes molestos a los intereses portugueses y cruceños.

1767 EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS Y DISOLUCIÓN DE LA ORDEN POR DECRETO PAPAL

El rey Carlos III, en 1767, firma la “Pragmática Sanción”, una orden que dictaba la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de la corona de España. Seis años más tarde, en 1773, el papa Clemente XIV decreta la supresión de la Compañía de Jesús.

Particularmente en San Javier

San Javier, es una de las localidades de la Provincia de Santa Fe que cuenta con una rica y profunda historia, fundada el 4 de Julio de 1743, en los que han transcurrido muchos acontecimientos de importancia que marcaron el devenir histórico de la comunidad costera.



El lugar donde se encuentra actualmente Cayastá, según consta en el Acta de Fundación, fue el primer punto en el que arrancó la vida de esta localidad. La zona estaba habitada en principio por aborígenes Chaná -Timbúes, más específicamente por los Quiloazas, razón por la cual, durante mucho tiempo, al río San Javier se lo denominó río de los Quiloazas. Muchos años más tarde, este grupo indígena se desplazó hacia el sur, mientras que grupos de la nación Guaycurú, los indígenas Mocovíes, habitantes naturales del Chaco, se instalaron en la zona de San Javier.

Pasado el año 1.700, la vida en la ciudad de Santa Fe era sobresaltada en forma permanente por el ataque de los Mocovíes. Esta situación hizo que el gobernador Francisco Echagüe y Andía, entrara en conversación con los Jesuitas, y con los principales caciques mocovíes y abipones, para fundar la Reducción de San Francisco Javier, como una línea de frontera que protegiera la ciudad de Santa Fe.

La intención de reducirse de varios caciques, entre los que cabe mencionar a Aria Caikín de la nación Mocoví, y más tarde el cacique Aletín, provocó, en el año 1743, la instalación de la Capilla y demás viviendas precarias. En 1749, la reducción se trasladó 7 leguas al norte. Al año siguiente, la población sufrió un nuevo traslado; esta vez hacia su asentamiento definitivo, a orillas del río San Javier. La reducción en sus primeros años estaba a cargo de los padres jesuitas Gerónimo Núñez y Francisco Burges. En 1752 arribó el padre Florián Paucke quien le dio un inusitado vigor y desarrollo a la reducción. El padre logró la confianza de los aborígenes y les enseño diversas ocupaciones, artes y oficios, lo que significó una transformación significativa del lugar y del modo de vida.

Luego de los Jesuitas, la reducción estuvo a cargo de la Orden de los Mercedarios hasta 1808 y, a partir de 1812, pasó a manos de los Padres Franciscanos. En 1866, el Gobernador de la Provincia, Nicasio Oroño, proclama la Ley de Tierras, procurando transformar al indígena reducido en colono, a la vez que se crea el Pueblo y Colonia Indígena de San Javier. El Padre Hermete Constanzi, conocido defensor de los pueblos originarios, insistió ante los sucesores de Oroño para que cumplieran lo prometido: darle la real propiedad de la tierra a los indios, cuestión que en muy pocos casos se hizo. Mientras tanto San Javier crecía, superaba los 3.000 habitantes y con ello aparecieron las primeras instituciones.

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