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Pancho Ruifernadez

Departamento San Javier

08.03.2023 | 07:02 RELATO

Violencia Obstétrica: "con solo 15 años me ataron, me dijeron que no iba a poder y me llevaron al quirófano".

A horas del Día Internacional de la Mujer, una madre se acercó a Radio Uno para narrar el calvario que sufrió en el hospital de San Javier a la hora de dar a luz a sus hijos. Su primer embarazo fue en 2008 y el último hace poco tiempo

Por Juan C. Arredondo

A horas del Día Internacional de la Mujer, una madre se acercó a Radio Uno para narrar el calvario que sufrió en el hospital de San Javier a la hora de dar a luz a sus hijos. Su primer embarazo fue en 2008 y el último hace poco


-Publicaciones en redes de la madre agraviada-

“Cuando tenía 15 años fui mamá por primera vez. Debido a mi falta de experiencia y juventud para entenderlo todo, mucho después pude darme cuenta de que lo que había vivido no era lo que había soñado…”, comenzó relatando con nostalgia.

Tras una breve pausa, retomó su relato contando: “En 2008 me hicieron una cesárea por no esperar mis propios tiempos, me dijeron que era estrecha, me afeitaron el vello púbico a la fuerza, me ataron, me dijeron que no iba a poder y después de tan solo 4 horas de trabajo de parto, me llevaron al quirófano…”

“Este hecho dejó heridas profundas que recién en 2021 con mi segundo embarazo, y después de 15 años, salieron a flote nuevamente…”, sentenció.

Entrando en el relato de lo ocurrido, comenzó explicando: “Durante mi segundo embarazo cambié de médicos 3 veces porque no me sentía cómoda. Llegué a viajar a Gobernador Crespo, donde me brindaron calidez y respeto durante una ecografía, eso era todo lo que quería. Leí mucho durante el embarazo y me informé sobre partos fisiológicos vaginales después de una cesárea, estaba lista para hacerlo. Aunque muchos me decían que no podría, gracias a un taller de parto que realicé pude ir sanando progresivamente la frustración del primer parto y empoderarme para lograr mi sueño, tenía una ilusión muy grande, ¡quería tener un parto natural…”

“Contaba con los medios para irme de la ciudad y parir en santa fe, pero no quise hacerlo, pensé que quizás ya no era lo mismo y, después de charlarlo con mi pareja, elegimos quedarnos. Mas que nada porque aún estábamos en pandemia y yo prefería estar cerca de casa y de mi familia” aclaró la ahora madre de ambos hijos…”

Tras esto comenzó el relato del clavario vivido para dar a luz a su hijo de manera natural: “Estábamos pisando la fecha probable de parto y todo venía excelente. Entonces, diseñé cuidadosamente y presenté en el hospital local un plan de parto donde expresaba mis deseos como mujer y madre. Este constaba de cosas tan sencillas como tener un espacio íntimo y cómodo, elegir la posición para dar a luz, hacer contacto piel con piel con mi bebe, cortar su cordón umbilical personalmente y que me vayan informando durante el proceso para que yo pueda ir tomando las decisiones sobre mi cuerpo. Lamentablemente, desde la recepción nunca quisieron aceptar mis preferencias, supongo que están acostumbrados a que los pobres se conforman con lo que hay, así que dieron mil vueltas para firmar un recibido y me explicaron que se trataba de hospital público, no privado. A esto último respondí que estaba al tanto de la naturaleza de la institución y de mis derechos como persona gestante a acceder a ciertos pedidos básicos de buen trato y respeto…”

“Al día siguiente comencé el trabajo de parto a media mañana y decidí ir al hospital pasadas las 13hs una vez Avanzadas las contracciones y dolores, con todo listo. La partera de guardia no estaba, la llamaron y luego de verme, me dijo: - No me dejaste comer! -…”

En este punto comienza a implantarse un sentimiento de culpa, casi invisible pero que afecta especialmente a una madre en estado de vulnerabilidad. Parecen simples frases como: “¿por qué no viniste antes si ya estabas con dolores” o “¿Que estabas esperando?”

“En ese momento recibió la noticia de mi plan de parto, que no había sido firmado por la directora del hospital, pero del que todos, hasta el personal de limpieza, estaban al tanto. De manera sobresaltada y fuera de sí, en medio de las contracciones, comenzó a interrogarme. Me preguntó por qué presenté el plan y, de mala manera, - “¿qué era lo que quería? -. Esto debería haber sido en una reunión amable el día anterior, pero fue en medio de dolores que casi no me permitían hablar y explicar. Todo lo que estaba pasando comenzaba a agobiarme, así que busqué una salida más cerca de la pasividad y el diálogo, tenía miedo quería que todo vaya bien…”

“Era mi primer parto vaginal después de una cesárea, era algo nuevo, también estaba aprendiendo. El proceso iba desencadenándose de buena manera, a nivel físico el bebé venía bien, a su ritmo, yo sabía que la mayoría de los bebés bajan a su tiempo y hay que saber esperar. Yo ponía toda la apertura necesaria, pero en mi mente los pensamientos eran abrumadores, me sentía señalada y en peligro, rogaba que otra vez la historia no se repitiera, pero el escenario era similar…”

“Quería estar en casa cómoda y acogida, tenía frío, no había calefacción, en la puerta de entrada veía un ir y venir de personas, escuchaba voces indistintas que hablaban de mí, discutían y me juzgaban. Traté de hacer oídos sordos y concentrarme en mí, a medida que avanzaba probé distintas posiciones, pero no me sentía en confianza, me costaba mucho hablar y, por medio de mi pareja, pude expresar algunas cosas, pero de todas maneras comenzó una gran impaciencia…”

“Tactos, tactos y más tactos, un manoseo inexplicable. Finalmente, el médico a cargo se hizo presente y también pasó su mano entre mis piernas. Todos estaban apurados, querían desocuparse de mí, afuera de la sala le recomendaron a mi pareja una cesárea en caso de que las cosas no fueran “bien”. Claramente, los procedimientos más allá de los años no habían cambiado. Yo no tenía apuros, estaba muy cansada de todo, pero elegí continuar firme con mi deseo y sentir a mi hijo llegar a través de mí…”

“Tras un incansable esfuerzo, logré la dilatación necesaria, mi cuerpo descansaba con el ritmo de la contracción, las luces eran como reflectores, yo no paraba de pensar en mi solicitud de “Clima cálido”. Un rato antes, una amiga llegó al lugar y se quedó, aunque no le permitían estar presente. Ella leyó mis necesidades, me puso música relajante, pidió silencio y me dio su mano; otra enfermera la siguió, me miró con empatía y me decía frases de apoyo…”


-Publicaciones en redes de la madre agraviada-

“A pesar de haber expresado mi negación a la episiotomía (corte que se realiza en el periné con el objetivo de ensanchar la apertura de la vagina) de repente vi al médico con la tijera en la mano. Todo fue realizado sin consultarme, me apretó la panza varias veces y yo no soportaba el dolor…”

“El pediatra que esperaba su momento para recibir, también estaba apurado y comentó que tenía pacientes esperando en su consultorio. Recuerdo que alguien le puso un freno a la situación, estos dichos te condicionan quizá ellos varones no se imaginan. Traer una vida al mundo no es un trámite, no se puede acelerar ni demorar nada, todo sucede cuando tiene que ser. ¿Entenderán esto quienes nunca parieron? …”

“Llegó el momento de pujar, estaba a punto de alzar a mi hijo en brazos, mi compañero y amiga seguían ahí. Mi pareja, lleno de emoción me contenía, me brindaba su apoyo. Pese a todo, lo logramos, lo logré. Un silencio se apoderó de la sala, solo se escuchaban mis palabras y mi llanto de alegría. Mis brazos estaban, extendidos esperando sentir el cuerpito de mi bebé, le pedí a su papá que me lo traiga inmediatamente. Entonces noté que ya le habían cortado el cordón y lo estaban vistiendo, todo lo que no quería. Pero mi bebé ya estaba ahí sano y salvo ¿qué más podía hacer? …”

“Todo había pasado en menos de un par de horas, puse todo de mí y aunque me invadía una felicidad inigualable, también sentía una gran amargura y, si bien sabía que lo había logrado, estos hechos me marcaron para siempre. ¿Como vas a estar triste o frustrada si tu bebé está bien? …”

“Sabía que si lo contaba sería minimizada porque yo ya no era la protagonista, todos querían conocer al bebé, sacarle fotos, estar con él, saber a quién se parecía. Una vez que el bebé salió de la panza, me sentí invisibilizada. Esta es otra forma de violencia y sometimiento conducido por la idea de que -sí todo salió bien y todos están contentos, ¿Por qué vas a hacer lío? ...” se preguntó.

Después de una reflexión añadió: "Tambien es violentar cuando silenciamos a la madre y minimizamos las situaciones con justificaciones cuando lo que tiene para decir no es "positivo"..."

Luego habló de los días posteriores a la traumática experiencia: "Estuvimos 1 mes aislados, no podía ver a nadie, ni siquiera a mi familia. Pedí espacio, me ausenté de todos, me había sentido tan manoseada e intervenida que era dificil para mi acercarme a las personas. Al hablar o verles a la cara me angustiaba, me invadía una culpa terrible por no haber podido lograr algo tan simple como parir en libertad y respeto..."

"Confío que el daño invisible mental, emocional y psicologico de estos hechos irán aminorando con apoyo, acompañamiento, paciencia y amor propio. Creo que mis hijos hoy están sanos y salvos por mi propia voluntad; no debo un agradecimiento a nadie por haberme sometido y abusado, a mi nadie me "salvó" porque mi salud no estaba en peligro antes de entrar al hospital." Concluyó con tristeza

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